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22.6.12

A todos (o a la gran mayoría) nos llega el momento de las orugas. ¿Qué es, se preguntarán ustedes mis fieles lectores, el momento de las orugas? Son los relámpagos antes de la tormenta, los 5 segundos previos a que suene el riiing del horno indicando que la comida ya está caliente. Las orugas son las mariposas que vamos a sentir, ese bdfkjebfvjkbdfe en la garganta que quiere convertirse en alguna palabra, en una frase, que no quiere o no puede salir. 
La primera oruga nace y se queda, está y hace que dudemos pero hasta ahí nomás. Cuando la muy yegua trae a sus hermanitas y hacen un piquete en el estómago dispuestas a quedarse, mandan mensajes subliminales a tu mente o a tu alma o a donde sea que lo hagan, y es gracias a esos mensajitos que caés en la cuenta de que están ahí, de que algo está pasando y que no te diste cuenta, pasó, ¿y ahora qué? ¿Cómo me las quito de encima?
Porque una cosa es sentirlas y decir qué lindo tenerlas, estoy en la cima del mundo, pero otra muy diferente es querer sacarlas para no tener que atravesar esa etapa de mierda que es el que el otro se entere. Porque, seamos sinceros, si no estamos seguros (o directamente lo sabemos) que todos esos insectos sean mutuos, es todo un espanto, son ganas de correr en círculos porque sabemos que no vamos a llegar a ningún lado. Obviamente sé que es hiper pesimista lo que estoy diciendo pero tampoco voy a ponerme a fumarme un porro y creer que todo va a salir de mil maravillas si ni siquiera sé qué es lo que hay que hacer.
Ahora sé que estas malditas bastardas están en mi organismo, en mi vida, no me dejan concentrarme en mis estudios ni en mis tareas del hogar, tomo del vaso y chorreo la gaseosa, me pongo las zapatillas al revés, un desastre. Y temo mucho que se conviertan en mariposas. Las mariposas son re lindas, no da matarlas.







1 comentario:

  1. Hasta la parte del porro no entendia si te estabas enamorando o tenias gastritis.

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